El País | 01/02/2011
Un experimento realizado en pleno Paseo de la Castellana de Madrid muestra que la contaminación acústica influye en cómo dormimos.
Álvaro ha sido la persona elegida para pasar una semana durmiendo en una cápsula de cristal, en una unidad del sueño, situada en pleno Paseo de la Castellana de Madrid: «Siete noches enteras, y yo en lo único que pensaba era en irme a casa, a mi cama». El fin del estudio, dirigido por el Dr. Eduard Estivill especialista en terapia del sueño desde hace décadas y promocionada por la empresa Pikolin, era comprobar como afecta la contaminación acústica a la calidad del sueño: «Observar como los ruidos influyen en el sueño de una persona sana mediante polisomnografía – medida gráfica de las distintas fases- realizadas en un cubículo situado en la vía pública… Queríamos imitar en todo momento las condiciones acústicas de un piso en una gran ciudad «
El experimento comenzó el pasado 25 de enero, los investigadores midieron el sueño de Álvaro en su casa, concluyendo que su calidad a la hora de dormir era propicia para el experimento. «Es conocido que el ruido ambiental provoca en nuestro cerebro, pequeños micro despertares», asegura el doctor. Existen dos tipos: los awakenings, la persona llega a despertarse por breves segundos y los arousals, el paciente no se despierta pero provocan el paso de un sueño profundo a uno más superficial. Y son estos últimos los que a la larga producen la sensación del mal descanso: «Queríamos demostrar que estos micro despertares se incrementan progresivamente a lo largo de los días que Álvaro permanece en condiciones ambientales acústicas no adecuadas».
El número de estos arousals aumentó de cuatro, el primer día, a 30, el último. «Yo no he sido consciente de que iba empeorando, de lo que sí me percataba era de que tenía menos fuerza en las tareas diarias como ir al gimnasio», explica el voluntario.
Los resultados muestran que ha habido un progresivo aumento (mínimo) de la sensación de decaimiento diurno no perceptible subjetivamente por parte del paciente pero si de forma objetiva mediante los tests pasados cada mañana al sujeto. Las recomendaciones que se extraen del experimento son dos. A nivel personal se aconseja el uso de tapones de goma espuma que evitan estar sometido a gran parte del ruido, pero permiten «oír el sonido del despertador o de un bebé llorando». Las pautas que ha aprendido Álvaro, son las siguientes: «Un buen colchón es fundamental, evitar escuchar la radio, ver la televisión y que la habitación tenga poca luz».
A nivel social, el doctor ha hecho hincapié en la idea de «concienciar a las autoridades de que el ruido ambiental provoca alteraciones del sueño ya que repercute en la salud de los ciudadanos». Provoca un alto gasto sanitario por parte de las personas que padecen estos problemas ya que «consumen más hipnóticos, visitan mucho más al médico y piden más bajas laborales».