Norte de Castilla | 04/10/2010
El Ayuntamiento sancionó a 121 locales nocturnos en 2009 por superar el límite de decibelios permitido
Es una vuelta de tuerca más para el sector de la hostelería que pone a los empresarios contra las cuerdas porque, vaticinan, conllevará el cierre de muchos pequeños bares y cafeterías en los próximos dos años, que es el plazo que tienen para aplicar la Ley del Ruido de Castilla y León, aún más exigente con los requisitos para reducir el máximo de decibelios. Pero, ojo, advierten, la normativa también se extiende a otras actividades de negocio, como los comercios tradicionales que no tengan aislado el local donde desarrollan su actividad.
El presidente de la Asociación Provincial de Hostelería de Valladolid, Jorge Ramón García Sanz, se hace eco de la inquietud del sector por la aplicación al pie de la letra del Plan de Acción contra el Ruido puesto en marcha por el Ayuntamiento y que está en vigor desde el pasado mes de febrero aunque hay una moratoria hasta el 2012.
Sobre todo, porque los profesionales del ramo que ya han hecho un esfuerzo notable para reducir la contaminación acústica. Y apoyan esta afirmación en que las denuncias tramitadas por la Policía Municipal por el ruido de bares se ha reducido en cerca de un 90% en los últimos seis años, «lo que demuestra que estamos concienciados de que todo el mundo tiene derecho al sueño; además, si no lo hacemos nos conciencian a base de multas». El pasado año, el Ayuntamiento sancionó a 121 locales de copas por superar el límite de decibelios permitido, una cifra bastante alejada de la media de 300 expedientes sancionadores que se venía registrando en los últimos años. De hecho, son muchas más las denuncias que tramitó el pasado año a la Policía Municipal por ruidos domésticos y música elevada en vehículos, 317.
Uno de los escollos de aplicación de la nueva normativa es que si ahora los bares musicales tienen que tener un aislamiento preparado para absorber 65 decibelios, con la nueva norma sube la cifra a 70 respecto al local, «y ello supone que, en la mayoría de los casos, vamos a tener que hacer una reforma que supone un desembolso económico medio de 20.000 euros, si se trata de un bar o cafetería de día (que pasa de 50 a 55 decibelios), y de hasta 50.000 euros, si se trata de un local nocturno».
Fuera de la ley
Ajustarse a la normativa consiste, en la práctica, en que los titulares de los establecimientos tendrán que aumentar en muchos casos la densidad del revestimiento aislante de paredes y techo en cinco o diez centímetros, lo que comerá metros al local, «con lo que muchos locales van a pasar a estar fuera de la ley porque incumplirán la normativa en materia de superficie y tendrán que cerrar».
En la provincia de Valladolid hay un censo de 4.200 establecimientos de hostelería, de los que 2.500 son bares y cafeterías y, de ellos, 200 son locales nocturnos. Pero la cuestionada norma también afecta a medio millar de restaurantes. Unos 3.000 de estos establecimientos, en torno al 80% están ubicados en la capital.
Otro aspecto de la normativa que no convence a los hosteleros, pues consideran que puede atentar contra la privacidad, es que los limitadores de sonido de los equipos musicales van a estar conectados a las propias dependencias de la Policía Municipal, de manera que se controlará en tiempo real el ruido emitido por discotecas y bares de copas. Los hosteleros tendrán que disponer de este aparato, que tiene un coste de unos 3.000 euros, y a esta cantidad se suma el coste de la conexión a Internet, que es el canal de comunicación con la central policial.
La Federación de Hostelería de Castilla y León ya ha solicitado una entrevista con la consejera de Medio Ambiente, María Jesús Ruiz, y han remitido un escrito al Ayuntamiento de Valladolid, como primer paso para intentar que se modifique la norma en estos aspectos que consideran gravosos y que ponen en riesgo el futuro de muchos pequeños establecimientos.
Pero este no es ni mucho menos el único frente en el que trabaja el Ayuntamiento de Valladolid para poner freno a la contaminación acústica en la ciudad, donde se supera en casi diez decibelios el nivel de ruido aconsejable por las autoridades sanitarias, que está en 60 decibelios en horas diurnas y en 55 durante la noche. Con toda probabilidad, a finales de semana la Concejalía de Medio Ambiente presentará las soluciones concretas que pondrá en marcha tras analizar durante dos años el Mapa Estratégico del Ruido y la más reciente presentación del Plan de Acción Contra el Ruido.
Con una media diaria de 150.000 vehículos circulando por la ciudad, el tráfico es la fuente de mayor contaminación sonora en Valladolid. En especial, los vecinos de Soto de Medinilla, San Pablo, Plaza Mayor, la Antigua, Huerta del Rey y el entorno de la Circular son los que más exceso de ruido soportan día y noche. En total, cerca de 22.000 vallisoletanos, el 7% de la población, padece una contaminación sonora superior a los 65 decibelios, y la cifra se duplica hasta el 14% (43.339 vallisoletanos) que soportan por la noche unos niveles por encima de los 55 recomendados.
Por calles, los puntos negros acústicos son el paseo de Zorrilla, la avenida de Salamanca, la rondilla de Santa Teresa y el paseo de Arco de Ladrillo. Por barrios, el que peor parado sale es Soto de Medinilla. La cercanía con la ronda y con fábricas como Michelin dispara el ruido en esta zona de la ciudad, sobre todo por la noche, puesto que el 79% de la población padece ruidos superiores a 55 decibelios. Pero lo cierto es que el ruido industrial es insignificante si se compara con el que provoca la circulación de vehículos que, además, enmascara otros ruidos. El contrapunto más silencioso lo pone Puente Duero, Las Flores, La Overuela y El Pinar de Antequera.